Tenemos que ser conscientes de los límites y desafíos a los que nos enfrentamos, pero también de las potencialidades y oportunidades que se nos abren. De ahí la importancia de dotarnos de una regulación posibilitadora que abra oportunidades desde el respeto absoluto a los derechos humanos, la democracia y el valor de las leyes, como defendió en su intervención el responsable de educación del Consejo de 'Europa, Villano Qiriazi.
Edutech Clúster, como representantes de la industria, tiene una responsabilidad, junto con el resto de los agentes educativos, para llegar a un acuerdo sobre los parámetros de una buena educación y sobre qué es educativamente deseable. Retomar el debate sobre las finalidades de la educación en un contexto de vida totalmente atravesado por la tecnología, y trabajar por un futuro educativo mejor, más justo y equitativo es más urgente que nunca. Debemos asegurarnos de que la tecnología en educación no genera inequidades ni nuevas brechas. Una de las preguntas que debe guiar este debate es la que nos dejó la ponente Barbara Wasson en la conferencia inaugural del Congreso: ¿Quién educa a quién, si nosotros a la tecnología o la tecnología a nosotros?
Esta décima edición del Congreso se articuló en torno a dos temáticas principales, vinculadas entre sí, pero que tienen peso suficiente para tratarlas por separado: los datos y la Inteligencia Artificial.
Podemos decir que el aspecto más distintivo del profundo proceso de digitalización de la vida y de la educación que hemos vivido en las últimas dos décadas es la datificación, es decir, la capacidad de transformación de todo tipo de objetos, procesos, prácticas, pautas y comportamientos en información digital, almacenable e interpretable.
Un largo camino que nos ha llevado al desarrollo de técnicas de aprendizaje automático, procesamiento del lenguaje natural y algoritmos capaces, al mismo tiempo, como señaló Barbara Wasson de aprender de los propios datos (machine learning) para discernir patrones, ampliar nuestro conocimiento sobre el aprendizaje, predecir riesgos y generar recomendaciones para estudiantes, docentes, escuelas y sistemas.
La datificación de la educación, la utilización masiva de datos recopiladas durante los procesos de enseñanza y aprendizaje, y la plataformación nos plantean, sin embargo, muchos desafíos prácticos, éticos y políticos vinculados a la utilización de estos datos; su gobernanza; la privacidad; la necesidad de transparencia; la no neutralidad y los posibles sesgos en el diseño de aplicaciones; pero también en su utilización; el impacto en las formas de enseñar y aprender; su adecuación educativa; o el exceso de control y vigilancia que pueden comportar. Las intervenciones de Barbara Wasson, Villano Quiriazi y Cristóbal Cobo profundizaron en estos desafíos.
El otro eje que abordamos durante el Edtech Congress Barcelona fue el de la Inteligencia Artificial (IA), detrás de la cual existe toda una larga historia de desarrollo científico e infraestructuras tecnológicas que van desde la estadística y la informática, hasta la capacidad cada vez mayor de recopilar, almacenar, procesar y explotar estas grandes cantidades de datos para apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero también los procesos de gestión de la educación a nivel aula, escuela o sistema.
No son pocos quienes sostienen que el actual IA, ni es inteligente, ni es artificial. En su ponencia, el filósofo Daniel Innerarity sostuvo que, en realidad, estamos hablando de dos inteligencias distintas. La humana se desarrolla bien con los problemas salvajes, mal definidos, singulares, con pocos datos. Somos poco precisos y carece de exactitud. Todo lo contrario, a la IA, capaz de resolver ecuaciones de forma precisa y exacta mucho más rápido y mejor que nosotros. La IA necesita que los procesos y los datos sean explícitos y estén formalizados. Nosotros nos movemos bien en lo no dicho, lo tácito, lo que no es difícil convertir en instrucciones. Improvisamos mejor que la IA. De hecho, para las máquinas, como señaló Innerarity, es más difícil aprender algunas tareas aparentemente simples que otras mucho más complejas. Es lo que se llama la paradoja de Moravec.
Tampoco la IA es artificial porque su puesta en marcha requiere la explotación de muchos recursos naturales, un gran consumo energético, abundante mano de obra, e ingentes infraestructuras. La IA no tiene nada de etéreo. No es una abstracción.
No es ni Inteligente, ni artificial, pero nos deslumbra. Ni la tecnología, ni la IA pueden resolver por sí mismas los problemas socioeducativos, pero abren oportunidades fascinantes. También, es cierto, múltiples preguntas y nuevos desafíos.
Es una responsabilidad colectiva tratar de dar respuesta a estas preguntas y desafíos - en el Congreso prestamos especial atención al bienestar y la equidad digital - que nos plantean la tecnología, los datos y la IA en educación. Es nuestra responsabilidad asegurar que todo lo que hacemos respeta el derecho fundamental a la educación de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, su derecho a no sufrir discriminación, a la privacidad y protección de sus datos. Su derecho a una educación que no deje de lado la sociabilidad y lo colectivo, así como los valores de la democracia, la pluralidad y la libertad. Su derecho a una educación inclusiva, equitativa y de calidad. En este sentido pudimos escuchar la voz de los estudiantes en un rico debate sobre los usos del móvil dentro y fuera del aula, su relación con la tecnología, sus preocupaciones y peticiones. Todo ello lo elaboraron en un Manifiesto que podéis leer en esta web.
